
El cáncer de cérvix (también conocido como cáncer de cuello uterino) es una de las enfermedades más prevenibles y, al mismo tiempo, una de las que más afectan a las mujeres en todo el mundo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se diagnostican más de 600.000 nuevos casos y mueren cerca de 340.000 mujeres, en su mayoría en países de ingresos bajos y medios.
A pesar de que se trata de un cáncer con alta tasa de curación cuando se detecta a tiempo, sigue siendo una de las principales causas de mortalidad femenina en regiones con limitado acceso a servicios sanitarios, especialmente en zonas rurales.
La Fundación EHAS (Enlace Hispano Americano de Salud) trabaja desde hace más de dos décadas en la mejora del acceso a la salud mediante soluciones tecnológicas y digitales, centrando parte de su labor en la prevención y detección del cáncer de cuello uterino en contextos de bajos recursos.
¿Qué es el cáncer de cérvix?
El cáncer de cérvix se desarrolla en las células del cuello del útero, la parte inferior del mismo que conecta con la vagina.
La mayoría de los casos están relacionados con una infección persistente por el virus del papiloma humano (VPH), una infección muy común que afecta tanto a hombres como a mujeres.
Existen más de 100 tipos de VPH, aunque solo algunos genotipos (como el 16 y el 18) son considerados de alto riesgo oncogénico, responsables de aproximadamente el 70% de los casos de cáncer cervical.
Cuando el cuerpo no logra eliminar el virus de forma natural, este puede causar lesiones precancerosas en el cuello uterino. Si no se detectan ni se tratan, esas lesiones pueden evolucionar hacia un cáncer invasivo a lo largo de los años.
Síntomas del cáncer de cuello uterino
En sus etapas iniciales, el cáncer de cérvix suele ser asintomático, lo que hace indispensable realizar controles periódicos.
Cuando la enfermedad progresa, pueden aparecer síntomas como:
- Sangrado vaginal anómalo (entre periodos, después de las relaciones sexuales o tras la menopausia).
- Flujo vaginal persistente o con olor inusual.
- Dolor pélvico o durante las relaciones sexuales.
- Molestias al orinar o presencia de sangre en la orina.
Estos síntomas no siempre indican cáncer, pero su aparición debe motivar una consulta médica inmediata para descartar o confirmar el diagnóstico.
Diagnóstico y prevención: el papel del cribado
El cáncer de cérvix puede prevenirse y detectarse precozmente mediante programas de cribado o tamizaje.
Las principales pruebas diagnósticas incluyen:
Prueba de Papanicolaou (citología cervical)
Permite detectar células anómalas en el cuello del útero que podrían convertirse en cáncer. Es un examen sencillo, indoloro y eficaz, recomendado de forma periódica según las guías sanitarias nacionales.
Prueba del VPH
Detecta la presencia del virus del papiloma humano y permite identificar los genotipos de alto riesgo. En muchos contextos, esta prueba se ha convertido en la herramienta principal para el cribado temprano.
Colposcopia y biopsia
Si se detectan anomalías, se realiza una colposcopia (observación del cuello uterino con aumento) y, en algunos casos, una biopsia para confirmar el diagnóstico. La detección temprana de lesiones precancerosas es clave para reducir la mortalidad y garantizar un tratamiento eficaz.
Tratamientos disponibles
El tratamiento del cáncer de cérvix depende del estadio de la enfermedad y del estado general de la paciente.
Entre las opciones más habituales se incluyen:
- Cirugía: extirpación de las lesiones precancerosas o del tejido afectado. En casos avanzados, puede requerirse una histerectomía (extirpación del útero).
- Radioterapia: uso de radiación para destruir células cancerosas, a menudo combinada con quimioterapia.
- Quimioterapia: administración de fármacos que destruyen las células malignas o impiden su crecimiento.
- Terapias combinadas: integración de distintos procedimientos para aumentar la eficacia del tratamiento.
El diagnóstico precoz sigue siendo el factor más determinante en la curación, ya que las tasas de supervivencia superan el 90% en estadios tempranos.
Prevención y tecnología: una oportunidad para la equidad
La prevención del cáncer de cuello uterino se apoya en la detección temprana, la educación sanitaria y la mejora del acceso a los servicios médicos.
En zonas rurales o con recursos limitados, la falta de especialistas o laboratorios dificulta la identificación de lesiones precancerosas.
En este contexto, la Fundación EHAS, junto con Tula Salud, está desarrollando un proyecto que permiten acercar las pruebas de cribado, diagnóstico y tratamiento a las comunidades más aisladas y de escasos recursos.
Uno de los proyectos más representativos es la estrategia PAVE (Papillomavirus Automated Visual Evaluation), implementada en Guatemala, que combina dispositivos portátiles y conectividad digital para facilitar la detección y el tratamiento en el punto de atención.
Estas soluciones demuestran que la tecnología puede ser una herramienta decisiva para reducir las brechas sanitarias y avanzar hacia una salud femenina más justa y accesible.
El compromiso de EHAS con la salud femenina
La Fundación EHAS colabora con instituciones públicas y organismos internacionales para impulsar proyectos que fortalezcan los sistemas de salud en países de ingresos medios y bajos.
Su trabajo en la prevención del cáncer de cérvix demuestra que la tecnología aplicada con un enfoque humano y sostenible puede salvar vidas.
Además de diseñar soluciones tecnológicas, EHAS forma a profesionales de la salud y promueve la participación comunitaria, garantizando la continuidad de los programas de detección y tratamiento.
Este compromiso se enmarca en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), contribuyendo especialmente al ODS 3: Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.

